Sonreimos, vomitamos, amamos, odiamos, nos mordemos las uñas, nos frotamos los ojos, comemos, masticamos, tragamos, bebemos, caminamos, nos quejamos, nos asqueamos, miramos, lloramos, morimos... Al fin y al cabo no somos tan distintos los unos de los otros.
Eso sí, nos encanta creer que somos especiales. Quizás por egolatría y ya está.