25 mar 2012

Impulsiva.

Te invito a que te metas en mi mundo. Ven y pasa. ¿Qué que hay dentro? Mucha oscuridad y silencio interrumpido por la música. También te diré que no soy de piedra y que muchas veces necesito mucho tiempo para que se me caiga la venda de los ojos. Mi único pensamiento es que el amor es como una araña: Siempre tejiendo los imposibles y tejiendo redes que nos atrapan.
Desearía que entraras en mi mundo y te quedaras entre estas cuatro paredes. Vamos, mata a tu personaje. A ese que te creas delante de la sociedad y déjalo caer. Sólo cuando estés desnudo podrás entrar. Me gusta que muestres tus miedos, tus deseos, tus anhelos. Si no los tienes me asustarás. Deja que lo que te quema las entrañas salga hacía fuera y si no vete fuera. Comparte conmigo.



Te llamo y no vienes. Me llamas y no voy.

18 mar 2012

Domingo y el alcohol del Viena.

No se que nos pasa cuando bebemos, pero entre mis amigas y yo tendemos a hablar de los temas filosóficos más trascendentales que se nos ocurren. Y siempre acabamos llorando largo y tendido. Tal vez es porque nosotras queramos, o por que el alcohol saca lo que, aunque nuestra confianza sea infinita, no nos atrevemos a contar serenas. O quizás porque simplemente nos da miedo quedarnos aún más solas si otras personas se enteran de nuestras desdichas y no las entienden.

Siempre que una de nosotras llora, las demás dejamos que se desahogue, nunca la impedimos que pare. Y a mi, que me cuesta mucho incluso llorar delante de mis amigas siempre acabo llorando como una cría. Lloro por mi misma, por todo lo que he pasado, por todo lo que tengo encima. Lloro y ellas me sonríen y yo se, que cuando ellas sonríen el aire se transforma y sólo hace falta una tontería para que la tristeza se vuelva alegría. Y, aunque, a los cinco minutos vuelva a llorar me abrazan y sólo por eso, dejo de llorar aún teniendo el alma herida.


Filosofía del Viena y los fines de semana.

15 mar 2012

No tocar.

Me hago mayor.
Hoy ha sido un día demasiado largo. No ha sido ni un día malo ni un día bueno. Ha sido un día sin mas. De estos que tienes tantas cosas en la cabeza que no haces más que mirar el reloj cada cinco minutos y aunque estés atareada con mil historias parece que las horas se niegan a pasar. Hasta que te caigas en la cama y cierres los ojos.

Pasa en muchos corazones de cristal. Que se rompen muy facilmente. Para todo lo demás, la soledad.