14 jul 2013

No caben puntos suspensivos pero tampoco finales.

El día que te conocí sabía que con el tiempo uno de los dos se volvería convencional, es lo que tiene no ser igual que los demás, no sabes controlar tus reacciones, tampoco necesitamos poner nombre a lo que no tiene razón de continuar aunque si dejaremos puntos suspensivos, como el que quiere prolongar su continuidad.

Sabía que yo iba a desequilibrar la balanza, no porque te ame la primera si no porque yo siempre he sido la impulsiva y tu siempre has sido el cauto, perderemos de esa manera el equilibrio y a fuerza de vernos y hablar uno de los dos iba a necesitar mas al otro.

Sabía que íbamos a coger un rol extraño y llegaría el día en que yo siendo de extremos quisiera el todo o la nada sabiendo que lo necesito es independiente de lo que tu quieras darme, me daría cuenta de que tu todo es a veces una nada enorme y que estar sola es un todo completo. Pero yo como rara que soy necesitaré ver los dos lados y como soy anti rutina querré quererte a días si y a días más o mejor.

Sabía que no iba a querer que me necesitaras porque si no acabaría yo necesitándote sin necesidad. Y posiblemente sabía que los dos tensaríamos la cuerda hasta romperla, salvo que uno de los dos supiera porque se tensa y soltara o la cambiara por una elástica sin esfuerzo.

Era posible que yo estuviera más enamorada y que tu no. Y entonces las tornas se girarías hasta el momento de coincidir.

Después de adivinar todo esto tengo tan claro que pasará lo que tenga que pasar, has entrado aquí dentro y no hay quien te saque y no puedo hacer nada más que acostumbrarme hasta que te vayas mientras tú vuelas por encima.
Se que cabe la posibilidad de que intente pasar de todo, y un día harta de tener que necesitarte te miré a los ojos e impasible y radical como he sido siempre te diré que no se me ve el amor. Y mi corazón volverá a caer en bolsillo roto. Es lo que tiene ser ambiguo.


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