¡Estoy hastiado de mi vida! Voy a dar libre curso a mis
lamentos, a hablar con la amargura de mi alma. Diré a Dios: ¡No me
condenes!Hazme saber de qué me acusas. ¿Acaso vas a mostrarte violento, a
despreciar la obra de tus manos y secundar el plan de los inicuos? ¿Tienes ojos
de carne y miras como mira el hombre? ¿Son tus días los de un mortal, son tus
años los del hombre, para que tengas queinquirir mi culpa, indagar mi pecado?
Sabes muy bien que yo no soy culpable y que nadie me puede
salvar de tus manos. Tus manos me han formado; ¡y ahora, de pronto, me quieres
destruir! Recuerda que me amasaste como arcilla y que al polvo me has de
devolver.
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