3 nov 2013

Bismuto.

Me miro al espejo mirando y no viendo. No tengo reflejo, no existe, se ha ido. Y este dolor implantado en el pecho se me vuelve de translúcido a opaco y mi mirada azul se vuelve gris. Es entonces cuando pasa, las paredes empiezan a derretirse y a pesar como una losa, falta el oxígeno en estos diez metros cuadrados, se van congelando las puntas de los dedos de los pies...y necesito una bocanada de muerte. No, no es adicción. Es la NECESIDAD de sentir que aunque sea este humo que llena mis pulmones, llena mis arterias y sale por mi boca sabe a sal...si, esa misma sal que cada noche baja por mis mejillas.

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