El ser humano tiende a amar los recuerdos viejos como si fueran frescos. Y otras veces en cambio estos se oxidan con el paso del tiempo y el reloj de arena se da la vuelta. La primera opción es la fácil: Vivir en un pasado que fue feliz y que ahora ya no está. Nos cuesta admitir que esos recuerdos son eso, recuerdos.
No quiero cantarle a la tristeza de recordar y no quiero escribir de luto, no me gusta hablar de vacíos que no he podido llenar, ni quiero hablar de ausencias, no quiero añorar lo que nunca volverá a ser lo mismo.
No quiero pasarme el día pensando en lo que pudo ser y no ha sido, no quiero vivir desencantada y no quiero salvar a nadie que no quiera ser salvado.
Quiero escribir sobre cosas absurdas, me gusta lo cotidiano, lo psicológico, lo personal, esos besos que te devuelven y esos abrazos que te atrapan, la etapa nueva de una vida o ese Marzo que me llega cargado de sorpresas. Quiero que las notas musicales se apoderen de mis oidos, el algodón,la meta de las promesas cumplidas, de tus lunares...De todo lo sentimiental hoy no quiero hablar.
Cuando alguien está mucho tiempo a oscuras...acaba viendo. Mera supervivencia.
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