Haz un camino con tus uñas en mi espalda y muérdeme como si fuera la manzana prohibida del paraíso. Clava tus labios en mi pecho, apoya tu cabeza en mi ombligo para ver la tele o déjate de tonterías y hazme el amor, que hoy no me duele la cabeza.
Víveme hasta que te canses de mi, porque yo soy la rutina que tu elegirás. Y cuando veas que el tiempo vaya a hacer que nos cansemos el uno del otro desgástame para dejar constancia e invéntame una y otra vez.
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