Me levanto despeinada, me muerdo las uñas y miro hacia los
lados, parece que nadie se detiene.
Leí una vez en una de estas revistas que te hace creerte más
inteligente que la verdad es el objetivo de la filosofía pero no es la norma,
ya que no existe verdad absoluta si no verdad posible (No podemos tener algo
con absoluta certeza). El caso es que hay que tratar en pensar no en lo que nos
hace felices, si no en lo que nos parece verdadero a condición de que esa
verdad y ante ella ,sea como sea, angustiosa o triste se alcance el máximo de
felicidad posible.
Entonces, la felicidad es el objetivo y el camino la verdad.
Esto quiere decir que una persona razonable que crea en la filosofía a la hora
de escoger entre la felicidad y la verdad, es filósofo elegir la verdad.
Más vale una verdadera tristeza que una falsa alegría.
Por lo demás nada me llama la atención, nada me llena- me
susurro mientras me seco una lágrima y echo un sofrito de cebolla en la
cazuela.
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