1 oct 2011

Tendencias.

Octubre es sinónimo de que comienza el frío, es cambio de estación, caída de hojas y renovación, una desgracia moral, un nudo en el estómago repetir una y otra vez.
Casi nunca he dejado nada a medias pero hoy, me declaro insolvente en lo que responde a tener las ideas claras. Me desisto a seguir vomitando hechos sin tener certeza de su autenticidad a medio o largo plazo. Me resisto a hacer planes, a manipular ideas y colapsar conciencias. Se que ahí, fuera de mi mi mundo mental se cuece algo mucho mejor y más lívido.
Tampoco me voy a mutilar el alma con estos sentimientos que me llevan al masoquismo y a las ansias de autodestrucción hasta delirar y volverme monotemática.
Mi vida no me ayuda a levantarme el ánimo y mi última neurona retumba en mi cabeza pegándome patadas de vez en cuando como un feto dentro del vientre materno. Pero yo no quiero forzarla a pensar en cosas que no son, no quiero que se hunda.
Yo mientras tanto tengo un virus, no me extraña que me haya estropeado con el tiempo, soy como un cacharro. Pobre, te estornudaré en la cara. Pero la culpa no es de Octubre.
Octubre simplemente es el epicentro de una mala racha, es estar en vilo cada segundo, es mirarte al espejo y no verte, es tener lo que no quieres tener y ansiar aquello que no tienes. Octubre es un choque frontal contra la realidad, en el espacio y en mi sonrisa, es romper, huir y sentir que nada ocurre
La verdad es que ya llevo un par de octubres sin sobresalto y estoy insatisfecha por ello.

No hay comentarios:

Publicar un comentario